La “Imaginación” es sinónimo de “fantasía” y tiene que ver con una serie de símbolos que se encuentran o creamos en nuestros cerebros. “Colectividad” se refiere a un grupo de individuos y se pudiera decir que sucede cuando un individuo intenta crear consciencia de esto en varias personas.
Umberto Eco
intenta expresar en su columna que el ser humano siempre va a preferir vivir
más de fantasía que de la realidad, que la fantasía es más creíble que la
realidad. En su columna habla de la imaginación y según él de la realidad como
la conocemos, expone sobre uno de los libros leído recientemente L’Ímaginaire
del autor Jean Jacques Wunenburger, quien habla sobre la imaginación individual
y colectiva.
Como el mismo Eco expresa, es difícil tratar de definir qué es la
imaginación colectiva, sin embargo, R. Fisichella en
su artículo denominado Imaginación
Coletiva VocTEO lo define como un producto de la mente individual sin una
referencia concreta a la realidad y que se hace colectiva cuando un sujeto está
en disposición de intervenir en la mente y en la fantasía del otro hasta
hacerle participar de su propio sueño e imagen y condicionar sus
comportamientos. Por tanto, puede suceder que bajo la presión de una fuerte
carga emotiva o de una creencia religiosa, transmitida inicialmente por un
individuo, haya un grupo de personas que se ven llevadas a la ilusión de ver
ciertos signos que constituyen efectivamente tan sólo una sugestión o, lo que
es lo mismo, una imaginación. Esto también puede referirse a mitos antiguos y
las ideas contemporáneas que circulan en cada cultura.
Eco en su
columna al referirse a mitos colectivos nos menciona a Ulises novela del escritor irlandés James Joyce, cuyo libro ha sido objeto de numerosos y profundos
estudios, críticas y controversias y en donde existe todo un sistema de paralelismos lingüísticos, retóricos y
simbólicos, que dominan nuestra forma de pensar.
No se debe confundir imaginación con visión, esta última se refiere a la percepción posible y real de un fenómeno sobrenatural, que por
su propia iniciativa entra en el tiempo y en el espacio de un individuo o de un
grupo de personas, según R. Fisichella; y se habla de imaginación colectiva
sobre todo en relación con ciertos presuntos fenómenos que ocurren en la
naturaleza (sol, la luna, los terremotos) como prueba de una visión divina. Sin
embargo, al igual que la visión ésta necesita de una severa criteriología que
sea capaz de verificar la verdad de la revelación que se realiza en ella, con
mucha más razón la imaginación colectiva.
Según Eco,
están éstas visiones sagradas, los discursos que se filtran a nuestra
experiencia individual y se basa en esta lógica para explicar a sus lectores el
por qué las lecciones de vida ficticias de Pinocho se nos vuelve más real que
las de la vida real de Charles Darwin… y que así al ser humano le agrada y
prefiere vivir en un mundo imaginario y que se decepciona cuando se da cuenta
de que su imaginación y su creencia en algo ficticio es surrealista, es falso.
Un ejemplo claro al respecto es lo que nos menciona Eco sobre un estudio
realizado hace cuatro años en adolescentes británicos que creían que Winston Churchill
- político, estadista británico y escritor - era un personaje ficticio y más de la mitad
creía que Sherlock Holmes era una figura histórica real. Al igual que hay
muchos espectadores que creen que las historias escritas por el autor Dan Brown
en sus libros: Angeles y Demonios,
Fortaleza Digital, El Símbolo Perdido, El Código Da Vinci, entre otros best
sellers., son reales cuando en realidad son ficciones.
El ser humano
puede tardar años y décadas debatiendo sobre ¿cómo nació el hombre?, ¿cómo se creó
la tierra?, ¿quién es Dios?, ¿quién fue y qué hizo Jesucristo?, pero estarán
completamente seguros que Clark Ken es Superman, que Tony Stark es Iron Man,
que Bruce Wayne (ó Bruno Diaz) es Batman y que Peter Parker es Spiderman.